COMPROMETIDOS CON USTEDES
El desastre que lo cambió todo

 En la madrugada del 2 de septiembre de 1666, un pequeño fuego comenzó en la panadería de Thomas Farriner, en 
Pudding Lane, cerca del Puente de Londres. 
 Lo que parecía un accidente doméstico se convirtió en una catástrofe sin precedentes: durante cuatro días, el fuego arrasó más de 13.000 viviendas, 87 iglesias, la Catedral de San Pablo y buena parte de los edificios públicos y comerciales de la ciudad. 
 
La oportunidad en medio de la ruina
Tras el desastre, la ciudad tuvo que reinventarse. En ese contexto apareció Nicholas Barbon, médico, economista y constructor. Al observar que la reconstrucción avanzaba lentamente por falta de recursos, ideó un mecanismo nuevo: un sistema de seguros contra incendios.
En 1667 fundó la “Insurance Office for Houses”, la primera compañía de seguros contra incendios de la historia, también conocida como The Fire Office.
 Su idea era simple y revolucionaria:
- Los propietarios pagaban una prima anual.
 - Si su casa ardía, la compañía se comprometía a reembolsar los daños.
 - Los edificios asegurados eran marcados con una placa metálica (fire mark) con el símbolo de la compañía, colocada en la fachada.
 

Estas placas servían además para identificar las propiedades aseguradas por cada compañía, lo que llevó a la creación de las primeras brigadas de bomberos privadas: cada aseguradora tenía su propio equipo que solo actuaba en los edificios de sus clientes.
El inicio de una industria
A finales del siglo XVII, Londres contaba con varias aseguradoras especializadas en incendios, como:
- The Friendly Society,
 - The Hand in Hand Fire & Life Insurance Society,
 - y la Sun Fire Office, que más tarde se convertiría en parte de Royal & Sun Alliance (RSA), una de las grandes del sector actual.
 
Estas compañías establecieron las bases del seguro de daños moderno: evaluación del riesgo, primas diferenciadas, inspección de inmuebles y prevención activa.
El concepto del seguro se transformó en una herramienta de 
reconstrucción, estabilidad y desarrollo urbano.
De la tragedia a la prevención
El Gran Incendio de Londres no solo impulsó el nacimiento del seguro de incendios, sino también una nueva forma de entender la gestión del riesgo.
A partir de entonces, los edificios comenzaron a construirse con ladrillo y piedra, se introdujeron 
normas de seguridad urbana, y el seguro se consolidó como 
pieza esencial de la recuperación económica.
En palabras modernas:
“El seguro no nació solo para pagar siniestros, sino para garantizar que la vida —y la ciudad— pudieran continuar.”
En Battaner correduría, seguimos ese mismo principio: anticipar el riesgo, para que nada se detenga.










